Saturday, December 08, 2007

quesitos cheddar

Y el queso Cheddar me hizo acordar a una historia del Gualicho, de cuando a mi papa se le ocurrió incursionar en la industria del queso. Y nada menos que en la del queso Cheddar. Muchos detalles se me pierden, creo que en esa epoca yo estaba en la secundaria y volvía al campo solo en los fines de semana.
Por empezar estaba la olla, negra y la mas gigantesca que habíamos visto en nuestras vidas. Cubría todas las hornallas, las de la foto, y debería medir como un metro de alto.
Entonces mi papá juntaba la leche de varios días y cuando tenía suficiente se pasaba varias horas revolviendo la olla, con calma y parsimonia, mirando por esa ventana, mientras su vida se iba, de a poco, a la mierda.
De la olla gigantesca, y luego de varios procesos complejos, quedaba un quesito chiquito y simpaticón, que debía madurar un año. Si. Un año.
Un año en un lugar fresco y oscuro. Mi papa construyó una estantería especial debajo de la mesada que no se ve ne la foto, pero que esta justito enfrente. Y ahi estuvieron, los quesitos cheddar, madurando dulcemente debajo de la mesada.
Bueno, no tan dulcemente: fueron atacados por un hongo. Así que mi padre los lavó y los pintó de negro, supongo que siguiendo los consejos del libro de los quesos.
Lamentablemente no recuerdo el momento crucial de cuando el primer queso cumplió el año y fue abierto. Tal vez no estuve.
Parece que hago falló en el proceso. La temperatura, o tal vez fue la acidez. Tal vez nomas fueron las vacas. Vaca pampeana y consentida en vez de vaca inglesa sabedora de nieves y winter mix.
El quesito cheddar se resistió a ser cortado. Fueron necesarios instrumentos cortantes de alta precisión.Fué rebautizado con el nombre de ¨rocaqueso¨ y la causa de gran hilaridad entre los retoños de la familia, de gran humilliación para mi padre y de gran frustación para mi madre. Se resistieron también a ser rallados. En la foto de abajo se ve el rallador que mi padre trató de fabricar para rallar los rocaquesos. No hubo caso, la máquina rayadora no resistió. Es rocaqueso permaneció incólume. A la máquina rayadora se le fué asignada otra tarea, que viene cumpliendo con fidelidad hasta ahora: la de lámpara. Sin embargo no se olvida de su gran humilliación frente a los rocaquesos.


Del fin de los rocaquesos no tengo registro. Tal vez mi padre los dispuso en el basural del fondo antes de que mi madre lo asesinase usando un rocaqueso como arma homicida.

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