Mi mama, además de haber mandado sus muñecas a la cámara de gas cuenta entre sus rarezas slash proezas el haber aprendido a andar en bicicleta a los 37 años, la edad que yo tengo ahora.
Nosotros vivíamos en Miranda, cerca del pueblo. Se llegaba por un camino de tierra que corria paralelo a las vias del tren. En ese camino de tierra mi mamá empezó sus prácticas ciclísticas.
La bicicleta se llamaba Aurora, era verde y la bicicleta más pesada que jamás vi. Los frenos eran de fierro, algo rarísmo. Creo que era de hombre, por que originalmente iba a ser de mi papa. Yo tambien aprendí a andar en esa bici, cuando todavia los pies no me llegaban a dar una vuelta completa de pedal y usaba la tecnica tercermundista de la media vuelta.
Las primeras lecciones consitieron en mi papa guiando la bicicleta por el portaequipaje y corriendo como un loco. Cuando mi mama cobraba impulso la soltaba, mi mama seguia un par de metros y entonces mi mamá se caia.
A nosotros, los chicos, todo el asunto nos encantaba. Los tres mas grandes corriamos como desaforados mientras empujábamos el cochecito de mi hermana menor para que no se perdiese el espectaculo. Porque cuando mi mamá se caia era un espectáculo:
Se caia sin despegar por un instante ni los pies de los pedales ni las manos del manubrio, mientras mi papá gritaba enloquecido - Abrí las piernas!- Pero no, mi mama es un freak y se comporta en contra de todos los instintos de supervivencia desarrollados por milenios por la humanidad. Acepta la gravedad sin oponer resistencia alguna.
A costa de moretones de colores psicodélicos mi mama logró, despues de un tiempo, tomar impulso sola. Igual las caidas seguian mas o menos en el mismo estilo y tambien la diversión.
Un dia logró mantenerse sobre la bicicleta por un par de cientos de metros, un record, y empezo a gritar -Eduardo, la tranquera!- Eduardo la tranquera!-Mientra nosotros cuatro, solidarios ante la catástrofe inminente, gritábamos al unísono- Papá, papá!!-
Mi papá estaba cagando, y acorde con nivel de ruido penso que al menos uno de nosotros habia muerto. Salio del baño, corriendo desesperado, agarrandose los pantalones, para ver a mi mamá cayendose, fiel a su estilo, 600 metros antes de la sudodicha tranquera.
Asi mas o menos hasta que mi mama logró dominar la técnica de equilibrio y del frenado. La técnica de la caída jamas la dóminó.
Un dia soleado cuando ya tenía bastante cancha se sintió dueña del mundo, abrió la tranquera, y salío a dar una vuelta en bicicleta por el pueblo. Previsiblemente se cayó, y previsiblemente también se cayó frente al boliche. Cuando fue a comprar la galleta el dueño del boliche le preguntó con picardía si habia comprado terreno. Mi mamá reviso sus conocimientos enciclopedico de Freud, Lacan y Piaget y no encontro nada que la ayudase a contestar tan extraña pregunta.
Llegó a casa toda desconcertada y le preguntó a mi papá cual podría sel la razón por la cual en el pueblo se manejaba tan errónea información. Como siempre provocó nuestra incredulidad, seguidad por hilaridad, ya que nosotros ya éramos mas que duchos en el jargón y uso de metáforas Mirandense.
Todo par contar que compramos terreno en Boston, y no es metáfora. Los dineros han cambiado de mano.
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