Thursday, January 10, 2008

Asustando gangsters



Sabes lo que extraño de mi período de no preñez? La bicicleta. Esa sensación de volar por la ciudad, de que cada lugar esta ahi nomas, en tres pedaleadas y un montón de placer. Esa sensación de que la ciudad es mia.

(Aca va la parte de Amelie Nothcomb, del libro sobre China, donde describe como nadie los placeres locos de andar en bicicleta)

Pero sabes lo que extraño sobre todas las cosas?

Viste los gangters y esa maldita costumbre que tiene de cruzarla calle cuando les da la gana y sin mirar. Cuando estoy en el auto, obvio, soy Goliath, tengo que esperar con santa paciencia y sin putear que señor Gangster cruce la calle, en diagonal, en la mitad de la cuadra, con su paso elastico de gacela cansina y toda su parafernalia de gallito urbano. Y no es que no miren por que andan abstraidos, no que va, es por pura gallez. Todo teatro, calculan el angulo de modo de verte con el rabillo del ojo pero darte la impresion de que vos, con tu auto y tu otra clase social, sos tan nada que ya sos invisible.

Pero vos sabes lo que hago cuando voy en bici? No, no les acelero. Pero no aprieto los frenos ni un poquito. Y hago todos los cálculos. Su velocidad y la mia, y me desvio algo, lo minímo, lo indispensable. Y les paso finito finito, como una exalacion de rulos y ojos verdes.

Y como, como me gusta, ver como saltan al final. Ver como abren grandes los ojos para ampliar el rabillo y se esfuerzan para conservar su estupidad actitud de no sos nadie, de no mirar, hasta que se les encogen las bolas, el instinto de supervivencia prevalece y miran.

Y dan un saltito.

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