Thursday, December 15, 2011

Sour bread

Ayer a la noche me puse a hacer el pan sour bread, mitad espelta y mitad centeno, tratando de reproducir los pasos de la primera vez, porque el primer pan me salió buenísmo, pero de verdad les digo, livianito, ácido en el punto justo, perfecto diría. Cuando empecé a mezclar las harinas medio me di cuenta que era un error, ese momento del día y del cansancio no es para cocinar cocina experimental, para colmo, era la segunda vez, y las segundas veces son las problematicas. Igual decidí seguir con el asunto, que podía hacer, tenía ya las manos en la masa.

Es el momento en que le pido a L. que me ayude a ordenar, para poder extender la cama comunitaria (que de día la doblo y la cubro con un cubrecama gris), y se me empieza a poner la voz medio finita, señal que se me están por volar los patos. Y le voy anunciando a la nena, para que se atenga, le relato como mi estado de ánimo va cambiando, para que sepa los peligros que se le avecinan. Pobre nena, ella trata de ordenar, pero en ese momento de la noche padece un poco de attention defficit disorder y cuando va a ordenar el juguete se olvida que está ordenando y se pone a jugar y yo veo que nunca voy a llegar al punto feliz donde estamos todos con sus drogas favoritas (Lulu mirando Diego, yo con el diario o el libro, Pepe con su teta) bajo la frazada.

También constantemente me pregunto que es mas trabajo, si comandarle las tareas -Lulu pone las medias en la canasta de la ropa sucia, si, esa, no esa, si esa, nono, no la pongas donde los pañales sucios, esa, al lado de la mesada, si, esa- o hacerlo yo. Probablemente sea menos trabajo hacerlo todo yo mientras la enchufo a Diego, para que deje de hacer quilombo y poder ganarle a la situacion, pero yo tengo esperanzas. Todo lo logro con la promesa de Diego, shower y Diego, le digo, brush your teeth y Diego, y así vamos pasando las molestas tareas de la noche.

Siempre hay un pequeño llanto, especialmente si se me ocurre peinarla o algo así (la peino muy esporádicamente) y ella siempre se queda esperando, paradita en el felpudo, a veces al grito de -I finished ima!- para que la envuelva en las toallas y la lleve a upa a la cama (que dios me de fuerzas, porque esta nena esta rompiendo la marca de los 20 kilos, esta hecha de metal) y ahi le ponga un poco de crema en los pies y la besuquee un poco. Todo esto con Pepe a veces quejandose suave, como diciendo, yo tambien, o a veces torrando. Cuando duerme le elevo una plegaria, gracias Pepe, por tu paz interior o lo que mierda sea que te tiene tan feliz.

Y si, ahora me doy cuenta, me olvidé de ponerle la cucharadita de azucar y el chorro de melasa que le eché por primera vez. Y bueno, las segundas veces hay que pasarlas, no hay otra solución.

2 comments:

Anonymous said...

Jajaja, buenísimo relato. A mí cuando los patitos se me están yendo de la fila la voz se me pone cada vez más gruesa (marcial, digamos).

Más allá de la deficiencia de sacarosa quedó rico el pan?

Phoebe

María (ahora en paz) said...

Wanda Wolf, me caes rebien.

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