Se está terminando este fin de semana increible. Descansé hasta el hartazgo, lo que es un lujo en estos días.Leer, leer, libros enteros sin parar, frente al fuego. Casi no salí: el viernes fui a la biblioteca y me proveí de 4 libros. Dos de Doris Lessing, uno de Garrison Killer y otro de un japones que elegí medio al azar. También me comí un pancho, con salchicha Hebrew National. Si alguna vez decido quitarme la vida, lo hare intoxicandome con pancho de salchichas Hebrew National. Una muerte lenta, supongo. Y ayer salí 5 minutos a ayudar a MM a entrar leña y herramientas. Doris Lessing mejora, mucho.
Hablé mucho por teléfono con amigos de Israel, con amigos que hace mucho que no hablaba. Y pinté, pinté bastante. De apoquito, tipo abuelita. Sentada y sin agitarme mucho. Nuestro planes de terminar los muebles del living no se concretaron, pero avanzaron. Cambiamos de planes: la base de la mesa hiba (iva, hiva, iba, you choose, I´m above those details) a ser blanca, ahora es negra (y blanca). El banco será rojo y la otomana con ruedas no se sabe (que carece de el respaldo redondeado, asi que no se si el nombre es apropiado pero por falta de ser algo mejor). Esta bueno crear estilo rompecabezas, una pieza por vez y depente las cosas cobran sentido y dimensión.
Ayer hablé con Aviva, 10 minutos por Skype. Aviva tiene una tendencia a estar siempre ocupada, pero cuando vivia a 50 pasos de su casa la pescaba casi todo los dias para un café. Ahora tiene una beba recién nacida y especialmente inchapelotas, una tesis de doctorado que terminar, un hijo de 8 y varias cositas más, questión que hablar 10 minutos con ella es un lujo. Me contó que una pareja que conocimos porque también estaban estudiando en Sde Boker cuando yo esta allí vienen para Boston. Me preguntó si le podia dar mi email. Yo dudé. No eran exactamente de mi agrado, then...Pero pensé. beggers can´t be choosers, lo que no estoy segura si se aplica a mi estilo. Y el hecho de pensar en Andrea y su marido cenando en casa revivió un montón de recuerdos amargos. Recuerdos que archivo bajo el título ¨los colombianos en Israel¨ y que se parecen mucho a otro capítulo maloliente que se llama ¨los chilenos en Boston¨. Y cuando los paterns se repiten, la sospecha de que el malolor tal vez venga de uno se empieza a agitar y uno empieza a husmearse asi, tipo abajo del sobaco cuando nadie mira.
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