Polvo en felizlandia

Supongo que no escribo porque no tengo el tiempo, los 20 minutos juntos que requiere escribir un post y apretar send. Tengo mucho tiempo, pero todo repartido en períodos de 5 minutos. Pero también podría ser porque pasan pocas cosas. Y cuando pasan, quedo cansada como para escribir. Tipo, mi cumple. Creo que no conté nada de la fiesta de 25 personas que organicé para mi cumple. Bueno, nada, una fiesta, una milhojas, una fogata, divertido.

Ayer si pasó algo. Organicé un picnic para después del jardín. Mate, berenjenas, remolacha, chocolada, crackers, fruta, diario, pañal, toallitas, manta...¡cuantas cosas lleva un picnic!. Llegamos a la plaza, extendimos nuestros goodies y empezó a soplar el hamsin, un viento endemoniado que arrastra polvo. Fué espectacular. Cielo azul, cinco minutos después estábamos rodeados de una nube marrón de polvo. Juntamos todo y nos fuimos a la biblioteca. La pasamos bárbaro, Lulu ama la biblioteca y Pepe todavía no hace mucho quilombo, así que yo también leí un cacho, y además me encontré un libro que parece fácil y medianamente interesante, combinación muy difícil de encontrar. Justo había en la biblio una charla con un escritor, un workshop, así que había cafecito. Yo estaba muerta de hambre porque había reservado hambre para el picnic, el cafecito medio que me salvó, y también me contrabandié unas galletitas.

A las 6 llegamos a casa. La puerta estaba abierta (no cierra bien). La casa toda estaba cubierta por un par de milímetros de polvo. Nunca vi algo así en mi vida. No sabía como reaccionar. El único lugar sin polvo era la pieza. La llamé a mi veciamiga. Un poco porque quería compartir el shock, otro porque pensé que por ahí tenía ganas de cuidarlo a Pepe un ratito así yo podía limpiar. Nos reimos de la situación pero no dijo nada de cuidarme a ninguno de los crios. Y bue, me puse a Pepe en la espalda y empecé a limpiar. De barrer ni hablar, no podía levantar semejante cantidad de polvo con el bebé en la espalda. Así que con un trapo empecé a tratar de juntar el polvo, que se hacía barro. En eso golpean la puerta. Era la veciamiga y un invitado. Me limpiaron gran parte de la casa y organizamos una comida buenísima con los restos del picnic y cosas que ellos trajeron. Todos felices.

Después llegaron dos chicos de veintipico a acampar en el jardín de polvo. Muy simpáticos, ya se fueron a hacer un viaje. Y yo también me tengo que ir.