Miraba el medidor de tazas que me compre en Ikea y pense -Me lo quiero llevar-
El medidor de tazas es un adminiculo que nunca tuve antes. Es un set de plastico rojo y manijas de metal. Creo que son cuatro, cuarto de taza, tercio de taza, media taza y taza entera, aunque una esta en el trabajo, una la use para la pintura, una la usa L. para jugar y finalmente me queda una para cocinar. La idea de querer llevarme el medidor es bastante ridicula, porque tambien hay Ikea en Israel, la porqueria salio 50 centavos de dolar o alguna suma asi risible, y ademas, quien no puede calcular a ojo un tercio de taza, no?
Mi problema con las tazas es que ultimamente las tazas en esta casa se rompen a una velocidad nunca vista (el piso de hormigon ayuda mucho). Entonces no puedo repetir recetas, porque cuando hago una receta por segunda vez hay otra taza, de un volumen diferente, por eso me compre el cuchuflito. Aunque con la mano en el corazon, me lo debo haber comprado a instancias del enano consumista que vive en todos nosotros.
Lo que aprendi de tanto mudarme es que uno hace una alharaca impresionante porque tiene que dejar unas ollitas, o una remerita. Una vez que se muda no se acuerda nunca mas de la porqueria.
Por ejemplo, me da pena tener qeu dejar mis cajas de ropas viejas para ser recicladas. Es que me impongo esas tareas como obligaciones en la vida. Especialmente cuando son telas complicadas, que necesitan de mucho ingenio para encontrarles una finalidad.
Creo que es porqeu cuando nos despedimos de esas telas, de esos proyectos no concretados, cerramos puertas y a los humanos no nos gusta cerrar puertas en la vida. Queremos dejarlas abiertas hasta que la muerte nos cierre la puerta final.
Andar 40 anios por la vida con los retacitos, con la idea de "algun dia le encontrare la finalidad" y no ser capaz de renunciar.
El medidor de tazas es un adminiculo que nunca tuve antes. Es un set de plastico rojo y manijas de metal. Creo que son cuatro, cuarto de taza, tercio de taza, media taza y taza entera, aunque una esta en el trabajo, una la use para la pintura, una la usa L. para jugar y finalmente me queda una para cocinar. La idea de querer llevarme el medidor es bastante ridicula, porque tambien hay Ikea en Israel, la porqueria salio 50 centavos de dolar o alguna suma asi risible, y ademas, quien no puede calcular a ojo un tercio de taza, no?
Mi problema con las tazas es que ultimamente las tazas en esta casa se rompen a una velocidad nunca vista (el piso de hormigon ayuda mucho). Entonces no puedo repetir recetas, porque cuando hago una receta por segunda vez hay otra taza, de un volumen diferente, por eso me compre el cuchuflito. Aunque con la mano en el corazon, me lo debo haber comprado a instancias del enano consumista que vive en todos nosotros.
Lo que aprendi de tanto mudarme es que uno hace una alharaca impresionante porque tiene que dejar unas ollitas, o una remerita. Una vez que se muda no se acuerda nunca mas de la porqueria.
Por ejemplo, me da pena tener qeu dejar mis cajas de ropas viejas para ser recicladas. Es que me impongo esas tareas como obligaciones en la vida. Especialmente cuando son telas complicadas, que necesitan de mucho ingenio para encontrarles una finalidad.
Creo que es porqeu cuando nos despedimos de esas telas, de esos proyectos no concretados, cerramos puertas y a los humanos no nos gusta cerrar puertas en la vida. Queremos dejarlas abiertas hasta que la muerte nos cierre la puerta final.
Andar 40 anios por la vida con los retacitos, con la idea de "algun dia le encontrare la finalidad" y no ser capaz de renunciar.
4 comments:
esto es muy cierto: cuando se trata de objetos, creemos que vamos a extrañar mucho más de lo que efectivamente extrañamos.
no lo había pensado nunca así. finalmente todo tiene que ver con la muerte
En lugar de "retacitos" complete con lo que corresponda a cada uno y tendremos una sentencia universal.
Mirá esto, a ver si antes de irte llegás a reciclar alguna de las telas https://picasaweb.google.com/imagenspoli/DollsOfLife#
Sé de alguien que necesitaría un león de viento.
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